En esta zona boscosa, profundamente marcada por el ser humano, que ha levantado murallas, construido castillos, monasterios, iglesias, desbrozado tierras, criado animales y construido pueblos encaramados a las montañas, se creó en 1990 el Parque Nacional del Pollino. Con una superficie de más de 192 000 hectáreas, a caballo entre Calabria y Basilicata, abarca la zona formada por los macizos del Pollino y el Orsomarso, una cadena montañosa del sur de los Apeninos con los picos más altos del sur de Italia. Abarca cumbres de más de 2000 m, desde las que la vista se extiende sobre los mares Jónico y Tirreno. Constituido esencialmente por imponentes bancos calcáreos que se elevan sobre el tranquilo paisaje circundante, el territorio inició su levantamiento en épocas bastante recientes (hace unos 20 millones de años), como demuestran los fuertes rasgos del relieve, aún no atenuados por los fenómenos de la erosión. Gran parte del territorio presenta la típica morfología kárstica, con dolinas, grutas y sumideros, como la gruta del Romito, con pinturas rupestres que se remontan al Paleolítico superior, y la sima del Bifurto en el municipio de Cerchiara en Calabria, una de las más profundas de Italia. Al karst se une claramente la huella dejada por la última glaciación, con circos, bloques erráticos y morrenas. La fauna del parque incluye algunas especies raras como el lobo, el corzo y la nutria. Entre las aves se encuentra el gran búho real, el pájaro carpintero negro, el águila real y el majestuoso alimoche. La variabilidad de clima y altitud determina una gran biodiversidad vegetal. En las altitudes más bajas, donde la presión humana ha sido mayor, prevalece el matorral mediterráneo con especies como el roble y la encina, que en algunas áreas todavía constituyen extensos bosques. Subiendo hacia las laderas del macizo, entre los 1000 m y casi hasta los 2000, predomina la haya, en algunos casos mezclada con el abeto blanco. También están presentes el carpe, el roble, el aliso, el arce, el pino negro, el pino carrasco y el tejón. Símbolo del territorio y del parque es el imponente pino de los Balcanes (Pinus leucodermis), cuyo nombre deriva del inconfundible diseño de la corteza, que evoca las corazas de los soldados romanos. Árbol de extraordinaria adaptabilidad, modelado por la furia de los elementos en formas extrañas y muy diferentes, tanto que cada ejemplar representa una especie de obra única. Incluso después de su muerte (algunos ejemplares superan los 900 años), ahora sin corteza, todavía permanece en pie, calcinado por el sol que hace que el tronco sea tan blanco que no se distingue de la roca caliza a la que se aferra tenazmente.