Castillo de Rivalta
Nuestro itinerario parte del Castillo de Rivalta. Situada en las primeras laderas de las colinas de Piacenza y con vistas al río Trebbia, la mansión es quizás uno de los castillos más fascinantes y mejor conservados de Emilia, con su inconfundible torre circular con tejado en forma de tronco de cono.
Documentado ya en 1048, a principios del siglo XIV el territorio se convirtió en feudo de Obizzo Landi. El castillo, propiedad de la antigua y noble familia hasta mediados del siglo XIX, pasó a la rama de los condes Zanardi Landi, que aún lo habitan.
La visita nos sumerge en la vida del castillo y sus habitantes, tanto materiales como inmateriales: desde los subterráneos hasta las salas amuebladas, pasando por la cocina del chef Giuseppe, el fantasma del castillo sube a las galerías para llegar a la alta torre donde la mirada se abre a una vista panorámica del río Trebbia.
Casas bajas, de piedra y ladrillo, crecen adosadas a las imponentes murallas del castillo, mientras que callejuelas de grava dibujan un pueblo que parece encantado: servicios de balneario y elegantes restaurantes típicos ofrecen inolvidables momentos de relajante intimidad.
Terraza de Pigazzano
Al salir del pueblo de Rivalta, la ruta continúa por la carretera provincial 40 hacia las colinas.
Al pasar entre los campos, la carretera se estrecha hasta sumergirse en el milenario bosque de frondosas que cubre las suaves laderas cercanas a la localidad de Croara.
En el camino se alternan la historia antigua y la moderna: pequeñas iglesias rurales se suceden entre campos de golf, restos de antiguos castillos y fincas vitivinícolas donde se producen los tradicionales vinos de Piacenza.
Después de solo 10 km se llega a Pigazzano, en el municipio de Travo, y bordeando el único restaurante del pueblo, se llega a la romántica terraza panorámica, donde puedes dedicarte a la contemplación.
Grazzano Visconti
Una noche en Val Trebbia es ideal para afrontar de la mejor manera la siguiente etapa de nuestro itinerario. Nuestro camino gira hacia el este hasta el pueblo de Grazzano Visconti.
El castillo, que existe desde finales del siglo XIV, a principios del siglo XX vive un intenso florecimiento gracias a la excéntrica personalidad de Giuseppe Visconti di Modrone, que transforma la localidad en un pueblo neogótico.
Grazzano Visconti nos da la bienvenida a su atmósfera mágica con calles serpenteantes, arcos apuntados y edificios eclécticos decorados con ladrillos a la vista, esculturas o frescos.
Casi como un centinela, la figura esculpida de una mujer nos introduce en la vieja corte: su nombre era Aloisa. Según la leyenda, la mujer, que murió por falta de amor por parte de su marido, se apareció a Giuseppe Visconti di Modrone, quien erigió una estatua a la que, aún hoy, los jóvenes enamorados dejan pequeños regalos como agradecimiento.
Castell'Arquato
Por la tarde llegamos a Castell'Arquato, el pueblo de los enamorados.
La carretera que asciende hacia la plaza bordea las murallas de la fortaleza y llega a los jardines que miran a la colina. Inmerso en una atmósfera de ensueño, puedes disfrutar de un paseo de la mano de tu pareja, hacerte unas fotos románticas y, tras tomar asiento en un banco, contemplar la armonía que ofrece el pueblo.
Castell'Arquato nos recibe con sus museos abiertos todo el año y con la pintoresca fortaleza Viscontea que, al atardecer, se tiñe de una cálida atmósfera dorada.
Este lugar fue testigo de una historia de amor con un final trágico, la de Sergio y Laura. La historia de los dos jóvenes, que traicionados por un falso amigo fueron capturados y ejecutados, ha alimentado la tradición que hace de Castell'Arquato el pueblo de los enamorados. De hecho, cada año la vida del pueblo se ve animada por eventos dedicados a las parejas, como la Cena Romantica y los Calici di Stelle (copas de estrellas).