El castillo de Melfi, en Basilicata, una fortaleza y guía de la Edad Media
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La historia de esta fortaleza está ligada a los personajes que trabajaron en ella: construida por Roberto Guiscard, ampliada por Federico II, dotada de nuevas torres gracias a Carlos I de Anjou y remodelada por los Caracciolos y los Dorias.
Con su imponente figura, casi parece emerger de la cima de la colina: es quizás el castillo más conocido de Basilicata, uno de los más grandes del sur de Italia y uno de los más fascinantes de nuestro territorio.
La historia del castillo de Melfi
La historia del castillo de Melfi comienza a finales del siglo XI. Erigido en una posición estratégica por los normandos como ingenioso punto de paso entre Campania y Apulia, era esencial para la defensa contra los ataques exteriores.
En Melfi, capital del condado de Apulia, se celebraron cinco concilios ecuménicos organizados por cinco pontífices diferentes. Entre ellos, el papa Nicolás II, quien decidió alojarse en esta fortaleza fortificada que se convirtió en el centro de importantes acontecimientos.
Allí se celebraron tratados y grandes acontecimientos, hasta el punto de que la ciudad vivió un rico periodo cuando fue promovida a capital del ducado de Apulia y Calabria.
La importancia de la fortaleza creció con la llegada de los suevos, en particular con Federico II, que la eligió como residencia y aprobó algunas restauraciones importantes.
El señorío fue el lugar donde se promulgaron las constituciones de Melfi, se convirtió en el depósito de los impuestos recaudados en Basilicata y también fue una prisión que albergó conocidos nombres.
Con la caída de los suevos y la llegada de los angevinos, el señorío fue objeto de grandes obras de ampliación y restauración y fue elegido por Carlos II de Anjou como residencia oficial de su esposa María de Hungría en 1284.
Modificado por los aragoneses, pasó a ser propiedad primero de los Acciaiuoli, luego de los Marzano, de los Caracciolo y finalmente de los Doria.
El castillo sobrevivió indemne a dos violentos terremotos, en 1851 y 1930, a diferencia de otros monumentos de la ciudad.
Especial y famoso, pero ¿por qué?
El castillo de Melfi se eleva sobre una colina de origen volcánico, domina tanto la nueva zona habitada como el centro histórico de Melfi y te llamará la atención por sus diez torres, siete rectangulares y tres pentagonales. Las cuatro entradas, tres de ellas angevinas y una encargada por las Dorias, son igualmente espectaculares: por una de ellas se accede al pueblo a través de un puente, antaño levadizo.
En el interior, en el hermoso patio principal se asoma el palacio señorial y la capilla noble.
En la planta baja del castillo de Melfi, que aún conserva las murallas que encerraban toda la ciudad, se encuentra el museo arqueológico nacional de Melfi, que alberga la importante documentación arqueológica encontrada en la zona.
En la torre del Reloj se puede admirar el espléndido sarcófago de Rapolla, un sarcófago romano encontrado en 1856. Perteneciente a un personaje de alto rango, es un buen producto procedente de Asia Menor de la segunda mitad del siglo II, sobre en cuya tapa se representa a la difunta tumbada.
El castillo de Melfi es, de hecho, una maravillosa etapa en un viaje para respirar la historia.