Resumen
De origen antiguo, valerosa república marítima en el siglo IX, Gaeta, en la provincia de Latina, es una de las bellezas ineludibles del Lacio.
Rodeado por las poderosas murallas del castillo Angioino Aragonés, el centro histórico de Gaeta es un conjunto de calles estrechas y pequeños pórticos. La iglesia de la Annunziata, que alberga los códices de los monjes amanuenses, la iglesia de S. Maria della Sorresca y la de S. Giovanni a Mare, así como el templo de San Francesco, merecen una visita.
A un lado el mar, al otro Monte Orlando. Dominando Gaeta se encuentra la Montagna Spaccata cuya formación se dice que está relacionada con la muerte de Cristo, cuando un terremoto dividió el complejo rocoso en tres partes. Tómate el tiempo de explorar el promontorio a pie y déjate encantar por las impresionantes vistas. Una visita obligada es el Santuario de la Santísima Trinidad, un importante destino de peregrinación fundado en el año 930 por los padres benedictinos sobre las ruinas de la villa de un general romano, y la Grotta del Turco, a la que se accede tras 300 escalones. El recorrido, convertido en lugar de oración y devoción, está marcado por las etapas del Vía Crucis, señaladas por recuadros en mayólica de mediados del siglo XIX, en parte restaurados y decorados con los versos poéticos de Metastasio.
Por último, pero no menos importante, las playas. Gaeta también es famosa por sus diez kilómetros de costa de arena fina y dorada intercalada con pequeñas bahías y puntas rocosas. La joya de la corona es Serapo, bañada por un mar cristalino. Detente para fotografiar la famosa Nave, una gran roca cuya forma alargada se asemeja a la de un barco.
