El Parque Nacional de los Abruzos
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El Parque Nacional de los Abruzos fue instituido en 1923 con el objetivo de salvaguardar la naturaleza y salvar de la extinción algunas especies salvajes Con 50 000 hectáreas, se encuentra en el corazón de los Apeninos centrales, entre Abruzos, Lacio y Molise, y comprende 25 municipios. El paisaje se caracteriza por las cadenas montañosas, relieves kársticos, ríos (como el Sangro) y torrentes: un lugar ideal para transcurrir agradables jornadas en estrecho contacto con la naturaleza y admirar espacios incontaminados, una flora riquísima y una variada fauna.
Entre valles remotos y montañas inaccesibles, algunas especies, como el oso pardo de los Apeninos (40 ejemplares), el águila real, el lobo itálico, el ciervo, la nutria y la rupicapra han encontrado aquí un refugio y un hábitat adecuado.
El itinerario entre los pueblos de los Abruzos del parque puede iniciar en Pescasserolli, patria del filósofo Benedetto Croce, en la provincia de L’Aquila, un pueblo por descubrir rico de lugares interesantes: desde el Museo Naturalista al Parque faunístico donde ese pueden observar algunos ejemplares de la fauna de la zona, nacidos en cautividad o heridos, curados y rehabilitados en el centro; sin olvidar el Jardín de los Apeninos, con muchas especies de flora y un estanque. No hay que dejar de hacer una visita a la Abadía de los Santos Pedro y Pablo del siglo XII, restaurada en diversas ocasiones que conserva una estatua de madera de una Virgen negra. Para terminar, gracias a las modernas estaciones de esquí, en Pescasseroli, es posible practicar distintos deportes de invierno.
Dirigiéndose a la zona del lobo itálico y del lince, llegamos a Civitella Alfedena, caracterizada por las típicas casas grises y los edificios de piedra. Aquí se encuentran el Museo del Lobo Itálico, dedicado a la biología, historia, cultura y leyenda de este depredador y el área faunística que acoge algunos ejemplares que viven en semi libertad.
Cerca de esta graciosa localidad de vacaciones detrás de los Montes de la Meta, surge el lago artificial de Barrea, el espejo de agua de mayor extensión de toda el área protegida y formado por un desbordamiento del río Sangro: un auténtico oasis en el que se pueden avistar raras especies de pájaros, como la alpispa o la garza real europea. Sobre este lago se asoma el pequeño pueblo medieval de Barrea situado sobre un espolón montañoso de 1066 metros de alto, rodeado de algunas de las más bellas montañas del parque.
Muy cerca se encuentra la Villetta Barrea. Al lado del rio Sangro y dominado por el Monte Mattone, el centro habitado de este país de época samnita nace alrededor de un pequeño castillo erigido a finales del siglo XIV.
En los alrededores se encuentra la evocadora Alfedena: un pintoresco pueblo en el cual se pueden admirar la muralla del Castillo medieval del príncipe Caracciolo de Cellammare y la Torre Normanda de planta octagonal de los siglos X-XI. Destaca además el panorama que se disfruta del lago desde Monataña Spaccata.
La siguiente etapa nos conduce a Villavallelonga, a casi 1000 metros de latitud. En este pueblo merece la pena visitar el Museo del oso, en el que se ilustran la vida y las costumbres de este animal y el área faunística donde es posible observar algunos ejemplares de oso y de ciervo. Cerca del museo existe un estanque didáctico para los niños, con plantas y animales, un huerto y un jardín botánico con las especies vegetales más comunes y características del parque.
Prosiguiendo durante 7 kilómetros a lo largo de la carretera estatal n83 se llega a la larga y boscosa Val Fondillo donde se encuentra la antigua localidad medieval de Opi. En lo alto de una roca, dominado por los Montes Marsicano y Petroso, Opi está lleno de testimonios arqueológicos y es famoso además por su Museo de la rupicapra de Abruzo.