Termas de Riolo, en los Apeninos, entre manantiales de barro y tesoros del territorio
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Lord Byron, Joachim Murat, los príncipes Bonaparte y Giosué Carducci: estos son solo algunos de los ilustres huéspedes que, desde el Renacimiento, se han alojado entre los muros del siglo XIV de Riolo.
Y lo que les atrajo a estas colinas entre Ímola y Faenza, a este antiguo pueblo en las laderas de los Apeninos de Romaña, fueron las propiedades beneficiosas de sus aguas termales. ¿Quieres saber más?
Un establecimiento histórico con terapias de vanguardia
Todo esto sucedió antes de que los elegantes pabellones Art Nouveau de la actual fábrica se erigieran en 1877 dentro de un gran parque de árboles centenarios.
Esta histórica instalación, sin embargo, ofrece tratamientos curativos de vanguardia, terapias naturales e innovadores tratamientos estéticos y de rehabilitación, gracias a la acción medicinal de las aguas que brotan de tres manantiales termales diferentes: Breta, Margherita y Vittoria, prestigios de un centro reconocido por el Ministerio de Sanidad como "establecimiento termal de primer nivel" y recomendado particularmente para el tratamiento de enfermedades del aparato digestivo y urogenital y contra trastornos metabólicos como la diabetes, la obesidad y la gota.
Los manantiales de barro, el oro negro de las termas de Riolo
El tratamiento que hace que el establecimiento de Riolo sea único y que no encontrarás en ningún otro de los muchos balnearios de la región de Emilia-Romaña, son los baños en los manantiales de barro: a diferencia del barro preparado o artificial, esta preciosa sustancia se mezcla aquí de forma natural con agua salada con bromo y yodo procedente de las profundidades de la tierra e impulsada a la superficie por el gas metano y el dióxido de carbono. Al salir, el lodo del manantial forma pequeñas aberturas cónicas en el suelo, llamadas pequeños volcanes.
Por su acción relajante, tonificante y antiinflamatoria, los baños en los manantiales de barro se recomiendan especialmente después de un intenso esfuerzo físico, por ejemplo después de pedalear durante mucho tiempo, o para calmar las lesiones articulares y, en la epidermis, tienen propiedades exfoliantes y purificadores. Las actividades en el cálido y agradable manantial de barro se prestan especialmente a los cursos lúdico terapéuticos que en las termas de Riolo, centro especializado en curas termales pediátricas, se ha puesto en marcha para los más pequeños: una fórmula original para curarse divirtiéndose.
Vías alternativas de bienestar en la zona
Pero las aguas y el barro no son el único atractivo de este bucólico rincón de Romaña: además de las terapias en las termas, cuyo centro de bienestar alberga un termarium, una sauna, un baño turco, recorridos alternando agua fría y caliente, duchas emocionales y tratamientos faciales y corporales, puedes combinar itinerarios de bienestar alternativos en el exterior, entre los tesoros del patrimonio medioambiental e histórico y artístico de la zona. Sin ir muy lejos, la imponente fortaleza de Riolo, con sus tres torres y su torre del homenaje cuadrada, erigida por los boloñeses a finales del siglo XVI, merece una visita.
Si te gusta el turismo al aire libre, dedica un poco tiempo a visitar el parque regional de la vena del yeso romañol, un espacio natural protegido en los Apeninos septentrionales, de más de dos mil hectáreas, caracterizado por la larga cresta montañosa que lo atraviesa y formada casi exclusivamente por tiza, un paraíso natural de tres dolinas y fenómenos kársticos que no tiene parangón, todo ello para que lo explores a través de la densa red de rutas de senderismo y para bicicletas de montaña.
Redescubrir los frutos olvidados
En el corazón del parque regional de la vena del yeso romañol se encuentra también el pueblo de Casola Valsenio, que ostenta el título de "pueblo de las hierbas y los frutos olvidados", un lugar simbólico para la conservación de antiguas tradiciones agrícolas y la salvaguarda de variedades de árboles frutales ahora abandonados o retirados de la producción, y por su precioso jardín oficinal, que alberga numerosas variedades de hierbas medicinales, cosméticas y aromáticas.
Para celebrar la vocación de Casola, todos los años, durante el segundo y tercer fin de semana de octubre, se celebra aquí la fiesta del castaño y de los frutos olvidados, un mercado-exposición de productos otoñales y frutos antiguos, en el que se encuentran nísperos, grosellas, madroños, cerezas cornalinas y todos los demás pequeños frutos otoñales olvidados en la transición de la sociedad agrícola a la industrial. La invitada de honor: la castaña Casola Valsenio, orgullo de la zona.