Suvereto
Los alcornoques, que en otros tiempos destacaban por su abundancia en la zona, dieron nombre al pueblo, el cual se encuentra en una elevación al borde de las colinas Metalíferas y en el que ondea la bandera naranja del Touring Club Italiano. Encerrado todavía en parte por las murallas medievales, tiene un trazado urbano sinuoso que revela, entre callejones de piedra y calles empedradas, bellísimas vistas. La iglesia de San Giusto da la bienvenida: justo delante de la puerta de acceso medieval, fue construida en 1189 sobre una iglesia anterior del siglo X. Otros edificios de gran valor son el ayuntamiento del siglo XIII, con bella logia angular y torre almenada, la iglesia de la Madonna del siglo XVIII y el claustro de San Francesco. Lo que queda de la fortaleza Aldobrandesca, edificada en el siglo IX, domina el laberinto de callejones con casas de piedra, bóvedas y escaleras.
Estamos en la Alta Maremma, donde el ambiente sigue siendo campesino y resulta sencillo confiar en una cocina pobre pero llena de sabor. Por típicos, se deben degustar los «tortelli maremmani», con relleno de espinacas, requesón, nuez moscada y parmesano, la «acquacotta», una sopa de verduras (sobre todo acelgas, tomates y zanahorias) acompañada de picatostes de pan tostado y un huevo escalfado, así como las inevitables «pappardelle» con ragú de jabalí. Y no hay que olvidar las degustaciones de embutidos, como la Cinta Senese DOP, o de quesos, como el Pecorino Toscano DOP de Follonica, en sus distintas curaciones.
El parque natural Le Biancane
Una zona extraordinaria en la que se pueden observar numerosas manifestaciones geotérmicas naturales: vapores blancos y agua hirviendo que salen del suelo, barro en ebullición, el color de la tierra que varía del rojo intenso al ocre y al blanco, y una flora ciertamente inusual. En el parque, la ruta circular comienza en la aldea de Lagoni di Monterotondo Marittimo, donde en 1777 el químico y farmacéutico alemán Hubert Franz Hoefer descubrió la presencia de ácido bórico en las aguas geotérmicas, para luego llegar a Sasso Pisano, donde también se puede ver un complejo arqueológico con los restos de una antigua instalación termal etrusca. Al final del recorrido se visita el Mubia - GeoMuseo delle Biancane, que ofrece un viaje virtual a las entrañas de la Tierra y profundiza en su conocimiento a través de elementos interactivos.
Castelnuovo di Val di Cecina
Entre bosques de castaños se encuentra el núcleo medieval del pueblo, encaramado a una colina. Se reconoce de inmediato, antes incluso de llegar, por su curiosa forma de piña. Bandera naranja del TCI, el pueblo es un dédalo de callejuelas estrechas entre las que nos sorprenden las puertas medievales y las maravillosas vistas panorámicas de todo el valle.
Cerca de la pequeña aldea de Montecastelli se encuentran la parroquia románica de Santi Filippo y Giacomo, un hipogeo etrusco del siglo VI a. C., y los restos de las minas de cobre, inactivas desde 1941.
Abadía de San Galgano
Aislada en medio del campo, es uno de los ejemplos de arquitectura gótico-cisterciense más importantes de Italia. Sorprende la poderosa envoltura descubierta de ladrillo y travertino. La abadía fue construida entre 1224 y 1288, pero las hambrunas, las plagas, los saqueos y, por último, la caída de un rayo, decretaron su abandono en el siglo XVI. Desde entonces, su majestuosa estructura permanece a cielo abierto, con el interior invadido por la hierba y sus arcos apuntados enmarcando la vegetación de los alrededores: una imagen novelesca, impregnada de misticismo, uno de los lugares más famosos de la Toscana.
Ermita de Montesiepi
Muy cerca de la abadía de San Galgano, se trata de una original iglesia románica de planta perfectamente circular con una pequeña espadaña. En el interior, bandas concéntricas de terracota y travertino caracterizan la estructura de la bóveda; en el centro, la roca en la que Galgano, en señal de renuncia a la vida secular, habría clavado una espada (hoy protegida por una teca), la cual ha evocado leyendas y misteriosos cuentos populares a lo largo de los siglos. Los frescos de Ambrogio Lorenzetti con la historia del santo pintados en la capilla se conservan hoy en el museo de Santa Maria della Scala de Siena, donde se exponen periódicamente.
Montieri
El municipio más elevado de las colinas Metalíferas se encuentra a 1051 m, entre espesos bosques de robles, hayas y castaños. Desde hace siglos, es un centro minero para la extracción de cobre y plata (la etimología se refiere a Mons Aeris, monte del cobre), como lo demuestran los túneles encontrados en los alrededores y utilizados para la explotación de las minas, tiene un pequeño núcleo histórico abierto a un amplio panorama. Aún hoy son visibles tres torres de las murallas de la localidad, casas-torre del siglo XIII y el Cassero, al que también estaban adosadas las antiguas prisiones. La famosa castaña de Montieri es protagonista desde hace años del Premio Nazionale Farina di Castagne («Premio Nacional Harina de Castañas»).
Massa Marittima
El «tour» de las colinas Metalíferas llega a su fin con un espectáculo impactante: Massa Marittima no te dejará indiferente. La Piazza Garibaldi, espaciosa y fuertemente articulada, figura entre las obras maestras del urbanismo medieval por el equilibrio y la armonía de las soluciones espaciales que crean ángulos, perspectivas y efectos escénicos en torno a un conjunto de edificios medievales igualmente espectaculares. Desde la catedral hasta los palacios Pretorio y Vescovile (Episcopal), pasando por el palacete de la Zecca y la fortaleza de los Senesi (Sieneses) y la torre del Orologio (Reloj), a la que puedes subir para disfrutar de las vistas.
Por último, este pueblo es el único en el que se cultiva la cebolla de la Maremma desde hace más de cien años.