Este característico pueblo medieval de Las Marcas llamado Montappone se encuentra sobre una suave colina del interior que se detiene sobre el valle del río Tenna, entre los montes Sibillini y el mar Adriático.
Montappone cuenta con una antigua tradición: el procesamiento de la paja y la producción de sombreros ampliamente conocidos y exportados al extranjero. Los orígenes de esta tradición, hoy protagonista de las pasarelas mundiales, se remontan al año 1300. El cultivo del trigo siempre ha estado muy extendido en la campiña de Fermo, y fue del tejido de los tallos, residuos de la producción, de donde nacieron los primeros sombreros utilizados en el campo para protegerse del sol y de la intemperie. Un arte que más tarde se ha desarrollado dando paso a un verdadero distrito de producción dedicado al sombrero; hoy es el destino de muchos amantes de la moda que llegan de todo el mundo para visitar «boutiques» y «outlets». A lo largo de los años, el sombrero se ha establecido como un elemento impulsor de la economía local e icono capaz de encarnar la creatividad artesanal y las raíces rurales.
En 1991, abrió sus puertas el primer «Museo del Sombrero» con el objetivo de preservar y transmitir la memoria popular. Hoy se encuentra en la plaza de Roma, situada en los espacios del antiguo Ayuntamiento. El museo contiene en un recorrido expositivo toda la historia de la elaboración y del arte del sombrero de Montappone.
Montappone es un pueblo pequeño, pero contiene una gran historia. El centro histórico está dominado por el Palazzo Riccucci, recientemente restaurado para acoger a los turistas y ofrecerles una vista espectacular de la campiña de Fermo y sus cultivos. En la plaza, sede del antiguo castillo, se encuentra el Oratorio del S. Sacramento, con su sugerente fachada del siglo XIV y sus frescos del siglo XVI. Un paseo alrededor de las murallas no solo ofrece una vista impresionante de la comarca circundante, sino también sorpresas imprescindibles para los amantes del arte y la historia, como la iglesia de Santa Maria in Castello, adosada a las murallas.
Al descender a la parte más moderna del pueblo, encontramos la iglesia parroquial de Santa Maria e San Giorgio, fundada sobre los restos de una villa románica, que se distingue por su fachada de ladrillo rojo y su portal decorado en piedra blanca.