Situado en el valle del Aniene, en la provincia de Roma, Vicovaro se alza sobre los montes Lucretili.
El pueblo tiene orígenes muy antiguos, se levanta sobre las ruinas de la antigua ciudad de Varia, antiguo asentamiento del orgulloso pueblo Equi, conquistado con dificultad por los romanos en su camino hacia la conquista de los Abruzos y la construcción de la Vía Tiburtina. El valle del Aniene y el valle del Ustica, tuvieron un pasado ilustre, como nos recuerda el poeta romano Quinto Horacio Flaco, que tenía su magnífica villa en esta zona, ¡cerca de Licenza!
"Vicus Varius" fue acuñado en la Alta Edad Media, en relación con el monasterio benedictino de San Cosimato. El territorio, una estado tapón entre las poderosas abadías de Farfa y Subiaco y la diócesis de Tívoli, fue donado por el papa Celestino III a sus sobrinos en 1191. De Vicovaro, el primer feudo de la familia, surgió el poder de la gloriosa familia Orsini.
La relación de los príncipes con la población fue siempre muy buena, gracias a la previsión de los gobernantes que promovieron en 1273 uno de los estatutos más antiguos de la provincia: la "Charta Libertatis". Con los Orsini, Vicovaro se enriqueció económica y artísticamente: se construyeron numerosos palacios e iglesias, uno de los cuales, imprescindible, es el Tempietto di San Giacomo Maggiore, que atestigua en los estilos de su fachada sus distintas fases de construcción.
También destaca la actual iglesia de San Pietro, construida a mediados del siglo XVIII a instancias de la familia Cenci-Bolognetti, los nuevos señores feudales, sobre la iglesia medieval de los Orsini;
la antigua iglesia parroquial del Santo Salvador con el oratorio de San Sabino;
la iglesia de Santa María, antiguo convento franciscano, que albergó una comunidad franciscana en los primeros años del franciscanismo;
la iglesia de Sant'Antonio Abate erguida sobre las poderosas murallas ciclópeas;
la iglesia y el convento de San Cosimato, con ermitas que nos relatan la vida de San Benito, que vivió aquí, antes de ir a Subiaco, y sufrió el famoso intento de envenenamiento por parte de monjes poco acostumbrados a someterse a su rigidez.
Un pueblo imprescindible para sumergirse en la historia, en la belleza del Parque Natural de los Montes Lucretili y en la amenidad del Valle del Aniene.