Muggia

En el último colgajo de Italia, la costa parece replegarse en sí misma: por aquí se abre la Bahía de Muggia, peculiar localidad de los rasgos istrovenetos. Al llegar a la orilla, en la pintoresca dársena, parece casi adentrarse en las calles y las pequeñas plazas. Mirando a Muggia desde el mar, las blancas piedras de Istria y las casas coloradas crean una balanceada unicidad con el frondoso ambiente cárstico. Para enmarcar, a siete kilómetros de la costa hay una cadena de colinas que dominan una amplia zona, tanto italiana como la de Istria. Antes del año Mil, un pequeño centro que fue llamado Borgolauro se incrementó en el valle, en el puertecito. En este borgo, en el siglo XIII, nació el municipio de Muggia. De esta época descienden la Catedral y el Palacio del Municipio, reconstruido durante el siglo XX. El Castillo de Muggia, en vez, fue datado en el siglo XIV, a pesar de haber sido retocado más veces durante el curso de los siglos. Hace un tiempo coronaba el fortificado círculo de la muralla alrededor de la ciudad. Aún hoy, en esta ciudad, paseando por las características calles y en la espléndida plaza Marconi, corazón pulsador de la ciudad, o pararse en el Mandracchio para observar los pescadores involucrados en su trabajo, se respira un aire particular.