Gioia dei Marsi
Desde L'Aquila, Gioia dei Marsi es la puerta de entrada al parque de los Abruzos. El nombre del pueblo toma prestado el de la antigua población (los marsos) que vivió en esta región en el primer milenio antes de Cristo y que luego fue romanizada.
A lo largo de la carretera estatal, a unos quince kilómetros hacia Pescasseroli, se encuentra, a más de 1400 metros de altitud, el pueblo abandonado de Gioia Vecchio: es casi un museo al aire libre en el que la iglesia conserva una estupenda fachada de piedra del siglo XV.
Desde Gioia dei Marsi, también es posible llegar en media hora al pueblo de Villavallelonga, llamado así porque está fascinantemente situado al pie del monte Quaresima. De su territorio formaba parte el primer núcleo de la reserva real del valle alto del Sangro, establecida en 1872, precedente del futuro parque de los Abruzos. Un nuevo pequeño museo, dedicado al naturalista local Loreto Grande, presenta la fauna y las tradiciones del territorio.
Pescasseroli
Montes, bosques de hayas y pinares rodean la localidad principal del parque de los Abruzos, un destino turístico muy apreciado situado a más de mil metros de altitud. El centro histórico del pueblo, que se desarrolla junto a la carretera estatal de la Marsica, esconde tesoros de gran interés histórico, como la gran parroquia de los Santi Pietro e Paolo, del siglo XII, y el palacio Sipari, del siglo XIX, lugar de nacimiento del filósofo Benedetto Croce. En los antiguos establos del mismo edificio es posible visitar el Museo del Parco Nazionale y descubrir su historia: es interesante descubrir que, en 1933, el parque se suprimió para favorecer la explotación de los bosques, especialmente con fines industriales.
El entorno que rodeaba Pescasseroli era, en cambio, históricamente pastoral. La trashumancia, es decir, la migración estacional de los rebaños de ovejas desde los Abruzos hasta el mar de Apulia y viceversa, ha quedado inmortalizada en la poesía por Gabriele D'Annunzio, natural de los Abruzos, concretamente de Pescara. Esos desplazamientos a través de cañadas ayudan a comprender la gastronomía local, compuesta por intercambios con Apulia: platos de cordero, «cacie e ova», queso de oveja y productos de granja.
Opi
El pueblo, enclavado a una altitud de 1250 metros sobre una loma rocosa, tiene ciertamente un origen muy antiguo, pero hoy sus habitantes son poco más de medio millar: las casas del pueblo se apoyan unas sobre otras en el borde de la roca, aglutinándose alrededor de las dos iglesias.
Desde lo alto podrás disfrutar de vistas sobre el monte Marsicano y Val Fondillo, el más verde del Parque Nacional, con cuevas a mil metros de altitud y un anfiteatro de origen glaciar rodeado de montañas. A la entrada del valle, a lo largo de la carretera estatal Marsicana, entre Opi y la Reserva Natural la Camosciara, se encuentra el centro de visitantes del parque. Allí podrás informarte sobre los recorridos y los servicios que se ofrecen en la zona: paseos a caballo o en burro, alquiler de bicicletas de montaña y tiro con arco.
Las gamuzas de los Apeninos que habitan en el territorio de Opi se distinguen de las de los Alpes o los Pirineos por la «máscara» negra que rodea la mancha blanca presente en su hocico.
Civitella Alfedena
Después de cruzar Pescasseroli, Opi y la Reserva Natural la Camosciara, la carretera estatal Marsicana llega a Villetta Barrea, con sus casas de piedra, sus pequeñas plazoletas, la base de una torre medieval y un museo dedicado a la trashumancia. Merece la pena visitar el pueblo de Civitella Alfedena, el núcleo más pequeño del Parque de los Abruzos, Bandera Naranja del Touring Club Italiano por sus cualidades turísticas y ambientales. Las posibilidades de alojamiento, las tiendas de productos típicos, los espacios de exposición y las zonas de fauna de los alrededores hacen de Civitella un excelente ejemplo de integración entre el área protegida y la economía local.
El pueblo, encaramado en un espolón que domina las orillas del lago de Barrea, conserva las características típicas de un asentamiento de los Apeninos, donde las casas están atrincheradas para defenderse no solo de los ataques, sino también del frío y el aislamiento. Las casas se abren en el lado interior de las calles, estrechas y con rampas de escalones de adoquines blancos, formando una especie de muralla en su cara exterior.
Los edificios históricos más relevantes son una casa-torre del siglo XV, los palacios del siglo XVII y XVIII y la parroquia de S. Nicola di Bari. El Centro de Visitantes del Parque, situado en la colina frente al pueblo, alberga una exposición y una zona de fauna que ocupa cuatro hectáreas dedicada al lobo de los Apeninos: Canis lupus italicus.
Lago de Barrea
Del histórico pueblo de Barrea toma su nombre el amplio lago de montaña, especialmente agradable en verano cuando la pequeña playa, la Gravara, anima a nadar, broncearse y alquilar botes a pedales. Incluso en cualquier otra estación, es posible bordear las aguas por senderos o carriles bici que cuentan con bancos, áreas de descanso y puntos de avituallamiento, y que pueden llevarte a pintorescos paseos por las montañas circundantes. Sin embargo, es buena idea que te informes con cuidado antes de comenzar, ya que algunas de las caminatas son adecuadas solo para excursionistas experimentados por encontrarse en una zona protegida. Además, a lo largo de los caminos los perros deben mantenerse estrictamente atados con una correa.
Además de Barrea, la cuenca del lago incluye Villetta Barrea, con un centro de servicios del parque, y Civitella Alfedena.
Alfedena
Desde Barrea, la carretera estatal Marsicana invita a recorrer una docena de kilómetros más hasta Alfedena, heredera de una antigua capital del pueblo de los samnitas. Dominado por las ruinas de un castillo medieval, el pueblo conserva piezas como collares de bronce, anillos, perlas de vidrio, collares de ámbar, colgantes, armas y cinturones encontrados en una necrópolis local y expuestos en el Museo Cívico Arqueológico.
El territorio, a los pies de los macizos del monte Greco y de los montes de la Meta, se encuentra en el límite de los Abruzos, prácticamente en la frontera con la provincia del Lacio de Frosinone y la de Molise de Isernia. Las excursiones estivales recorren los senderos desde el Pianoro Campitelli hasta el Passo dei Monaci, el cañón del Río Torto y el lago artificial de Montagna Spaccata, con su conocida plataforma flotante.
Scanno
La que puede considerarse la etapa final de una ruta por el parque de los Abruzos nos lleva al alto valle del Sagittario. A diferencia del lago de Barrea, el lago de Scanno es natural. Probablemente, se formó por un deslizamiento de tierra ocurrido hace unos tres milenios y su aptitud para el baño ha sido galardonada con la Bandera Azul.
Al igual que Civitella Alfedena, Scanno es una localidad Bandera Naranja, seleccionada y certificada por el Touring Club Italiano por sus méritos turísticos y medioambientales. Es también uno de los centros vacacionales más conocidos de los Abruzos, destino de verano y de invierno, con un centro histórico compuesto de miradores, casas adosadas, escaleras y arcos, inmortalizado por artistas del mundo fotográfico como Henri Cartier-Bresson, Gianni Berengo Gardin y Ferdinando Scianna.
En la plaza principal se encuentra la iglesia de Santa Maria della Valle, o dell'Assunta, con su campanario románico, una cúspide del siglo XVI y los muebles de madera en su interior; una corta escalera cercana conduce a la iglesia de Santa Maria delle Grazie, con una elegante decoración de estuco. Las calles que recorren los edificios históricos conducen a la Piazza San Rocco, uno de los puntos más característicos, donde se encuentra el elegante palacio Mosca. Otro lugar simbólico es la fuente Sarracco, decorada con arcos románicos, mientras que en el barrio de Piazza Codacchiola podrás visitar el Museo della Lana, con testimonios de la vida cotidiana local. Una lápida romana atestigua los antiquísimos orígenes del pueblo.