"En cada ciudad y en cada pueblo de Italia se puede encontrar una obra maestra que emociona y de la que se puede aprender algo".
El placer del descubrimiento: del desierto de Cerdeña a las cimas de Las Marcas
Los lugares que siempre nos sorprenden y animan son los que descubrimos con algo de esfuerzo. Por ejemplo, la playa de Piscinas, en Cerdeña: para llegar allí y disfrutar del espectáculo de las dunas, hay que atravesar un camino de tierra y un riachuelo; o la ermita del Monte Catria, en la región de las altas Marcas. Co sus 1.701 metros sobre el nivel del mar, es un destino verdaderamente espiritual, que ya citó Dante en la Divina Comedia.
La cabeza entre las nubes, en Módena y sobre el Etna
Tengo recuerdos de viajes inolvidables por Italia que siempre llevaré dentro de mí. Son como instantáneas: la ruta de avión que me lleva a casa desde Estados Unidos, teniendo en mente el incomparable placer de probar tortellini en Tortellante de Modena; o la emoción de tomar un aperitivo en el Monte Etna, suspendido entre el infierno y el paraíso.
El misterioso Valle del Po
En Emilia-Romaña, escondida entre la niebla, está mi llanura, que guarda y protege un tesoro: cuando la observas, sin que veas nada, puedes soñar con cualquier cosa. Al final de este viaje dirigido por la imaginación, podrás explorar los rincones tranquilos y apacibles del parque centenario de Casa Maria Luigia, la casa de huéspedes que he abierto en la campiña de Módena. Allí puedes quedarte a dormir, rodeado de calma.
Los inolvidables sabores de Samboseto, Parma
Tengo otro recuerdo imborrable: el 30 de septiembre de 1970, en mi octavo cumpleaños, mis padres me llevaron a un lugar mítico, un hito gastronómico en la campiña de Parma: la trattoria de Peppino y Mirella Cantarelli. Fue mi primera experiencia culinaria real, todavía puedo saborear el savarín, su timbal de arroz en costra de lengua, y la faraona in creta (gallina de guinea en tortera de barro).
Un aspecto futurista de la Galería de los Uffizi
Cuando tropiezo inesperadamente con algo maravilloso, una flecha se me clava en el corazón.
Al día siguiente de la apertura de Gucci Osteria en Florencia, iba caminando por la ciudad solo y me di cuenta de que no había nadie en la entrada de los Uffizi. Pregunté si estaba cerrado ese día, y 'No, aún no han abierto hoy', fue la respuesta. Pasada la gran escalera, me encontré en un pasillo con grandes ventanales, inundado por una luz mágica. Cuando ya pasaba por la Sala del siglo XIII, de repente, volví sobre mis pasos y la vi: delante de mí estaba la Virgen de Todos los Santos, que relucía de oro puro, rodeada de molduras color naranja. Esa Madonna constituye un fragmento del futuro, una nave espacial (incluso en su forma) que viene del pasado para transportarnos hacia el futuro, para que podamos reapropiarnos de nuevas e infinitas galaxias culturales.
