5 cosas que hay que saber sobre el Carnaval Ambrosiano

Si planeáis un viaje, por ocio o por trabajo, a la capital lombarda entre febrero y marzo, seguro que no os va a resultar difícil encontrar bailes, desfiles y mascaradas a los que asistir. Aquí las celebraciones, que en el resto de Italia terminan el Martes de Carnaval, duran cuatro días más, culminando con el desenfrenado y colorido final del Sábado de Carnaval.

Tanto si venís por una semana de trabajo como si no os queréis perder el Carnaval, tomaos un respiro y apuntad el navegador hacia Milán: la fiesta está ahí.

Detrás de cada tradición siempre hay una leyenda y, ya que hablamos de Milán, este evento solo puede referirse a su querido patrón, San Ambrosio, obispo de la ciudad en el siglo IV d.C, de ahí el nombre de "Carnaval Ambrosiano".

De hecho, parece que el aplazamiento del final del Carnaval tiene sus raíces en la época de su episcopado: el obispo, ocupado en una larga peregrinación o en un viaje de representación, habría pedido a los ciudadanos que esperasen a su regreso para iniciar las celebraciones de la Cuaresma, inaugurando así, para toda la archidiócesis, la tradición de celebrar el rito del Miércoles de Ceniza el domingo siguiente al miércoles impuesto por el rito romano en toda Italia.

Las fuentes históricas sugieren, en cambio, que la prolongación del carnaval y el aplazamiento de la Cuaresma pudieron estar vinculados a un acontecimiento grave y excepcional, una peste o una hambruna.

Otras hipótesis vinculan la anarquía milanesa a una transición "no coordinada" del calendario juliano al gregoriano. La tesis más acreditada lo atribuye a la obstinada fidelidad del pueblo milanés a seguir una tradición más antigua, que interpretaba al pie de la letra los 40 días habituales de Cuaresma que separan el Miércoles de Ceniza de la Pascua. 

Sea cual sea la causa, el de Milán no es el único Carnaval que termina el Sábado de Carnaval: de hecho, el rito ambrosiano se observa en la mayoría de los municipios que pertenecen a la archidiócesis de Milán, que incluye también las provincias de Monza, Lecco, Varese y, en parte, Como, así como algunos territorios de la zona de Bérgamo que antaño formaban parte de dicha archidiócesis.

Entre los Carnavales más conocidos, junto a los de Cantù, Varese, Melzo, Vimercate y Desio, se encuentra el Carnevalone de Lecco, encabezado por el Rey Resegone y la Reina Grigna, que tradicionalmente concluyen las celebraciones desfilando en una carroza de época tirada por caballos.

En resumen, el Carnaval Ambrosiano es una fiesta muy extendida que, sobre todo en Milán, dura días enteros, con citas, desfiles y bailes de máscaras desde los barrios hasta el centro.

Culmina el Sábado de Carnaval, con un colorido desfile de carrozas alegóricas, seguidas por adultos y niños disfrazados, artistas callejeros y, desde hace poco, también representantes de las numerosas comunidades y grupos étnicos que componen la ciudad, todos elegantemente ataviados con sus trajes tradicionales. Un acontecimiento ecuménico que termina por la noche con una gran fiesta en la Piazza del Duomo y por las calles del centro.

En Milán y alrededores, quien dice Carnaval dice chiacchiere: son el postre más popular durante estas fiestas, galletas crujientes espolvoreadas con azúcar glas, preparadas con una mezcla de harina, azúcar, huevos y mantequilla, hechas al horno para quienes las prefieren más ligeras, o si no fritas, tan apetecibles que no se sabe cuál elegir.

Para los más golosos, también se fríen los tortelli milaneses, conocidos como “farsòe”. Son bolitas preparadas con la misma masa que las chiacchiere, y pueden servirse "solos", o rellenos de crema pastelera, chantilly o chocolate. Existe una variante más antigua, pero aún muy extendida en Lombardía: los làciàditt, buñuelos con relleno de dados de manzana. Constituyen un buen motivo para prolongar la juerga y hartarse de manjares antes de las penitencias de la Cuaresma.